El 15 de abril se celebra el Día Internacional del Arte, una fecha en la que la UNESCO busca rendir homenaje a esta faceta humana tan especial. Pintura, escultura, música, arquitectura… Son muchas las diferentes ramas y manifestaciones de este fenómeno que ha acompañado a la humanidad desde sus orígenes y que ha servido para dar forma a su identidad y cultura. Para celebrarlo, os traemos cinco obras espectaculares que podréis visitar en España y algunas curiosidades sobre ellas.
- Las tres Gracias
Entre los años 1630 y 1635, Rubens se puso manos a la obra para crear una de las obras más espectaculares del Barroco europeo: Las tres Gracias. Este trío de figuras femeninas se abrazan y bailan en un paisaje de luz y vegetación en un canto al amor que el pintor sentía por su segunda esposa, Helena Fourment. Por este motivo, fue un cuadro que permaneció en la colección privada de Rubens hasta su muerte, cuando se subastó y fue adquirida por el rey español Felipe IV.
Las tres Gracias o Cárites de la mitología griega, Aglaya, Eufrósine y Talía, aparecen por primera vez en la Teogonía de Hesíodo, el relato del origen del cosmos y de los dioses. Su origen varía según las fuentes, ya que en algunos relatos se citan como hijas de Zeus y Eurínome, pero otras señalan a Hera.
Se han asociado a atributos variados, como la armonía, la belleza o la creatividad y aparecían en compañía de la diosa Afrodita. En esta pintura aparece también Cupido o Eros, dios del Amor, en la esquina superior derecha, junto a una cornucopia y fuente que simbolizan un dispensador de amor.
Además de retratar a su esposa en la Gracia de la izquierda, los expertos han descubierto en esta pintura un dato sorprendente. Ciencia y arte se han unido para señalar que, según la forma de representar el pecho de la musa de la derecha en esta y otras obras de Rubens, es muy posible que padeciese cáncer de mama.
Incluso en esta obra de carácter bucólico, se aprecia el dramatismo en el movimiento de las figuras, típico del estilo del pintor. Dinamismo, colores opulentos y desnudos voluptuosos se mezclan en esta representación barroca del mito clásico de Rubens para convertirla en una de las piezas más impresionantes del Museo del Prado.
- Mezquita-Catedral de Córdoba
Uno de los monumentos más espectaculares de España se encuentra en Córdoba. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1984, la Mezquita-Catedral es una muestra de cómo se han ido superponiendo diferentes estratos históricos en un mismo elemento patrimonial para dar como resultado un conjunto único en el mundo.
La historia se inicia ya en el siglo VI, cuando Córdoba todavía era un emplazamiento visigodo. En el lugar en el que hoy se levanta la Mezquita se encontraba una basílica visigoda dedicada a San Vicente. Fue Abd al-Rahman I, primer emir independiente de Córdoba y miembro de la dinastía Omeya, quien dio la orden de iniciar la construcción del templo. Posteriormente, sería ampliado por Abd al-Rahman II, Abd al Rahman III, Al-Hakam II y Almanzor.
Sus arcos de dos alturas, de herradura combinado con el medio punto y las dovelas bicolores se han convertido en un símbolo inconfundible del arte hispanomusulmán. También impresiona la espectacularidad de los mosaicos de pan de oro y lapislázuli que decoran el mihrab, el espacio abierto sobre el muro de la quibla.
En el siglo XIII, tras la conquista cristiana, se consagró el templo al culto católico. A partir de este momento, se construyeron los diferentes elementos católicos superpuestos sobre las estructuras musulmanas, como la Capilla Real o el Retablo Mayor, hasta llegar a nuestros días como una mezcla que la hace inconfundible.
- Retrato de Giovanna degli Albizzi Tornabuoni
El retrato de Giovanna Tornabuoni es uno de los ejemplos más paradigmáticos de este género de pintura del Renacimiento florentino. Su autor, Ghirlandaio, representa en él a esta joven a partir de la cintura en un perfil riguroso para destacar sus formas esbeltas. No es el único retrato que existe de Giovanna Tornabuoni, pero de esta es muy interesante señalar que se trata de un retrato terminado a la muerte de la modelo.
El fondo, a pesar de no presentar un paisaje, consigue incrementar la sensación de profundidad gracias a la hornacina, que acoge diferentes objetos representativos de la personalidad y vida pública de la retratada mientras vivió: joyas, un rosario de cuentas de coral o un libro.
Además de la virtuosidad con la que el artista pinta el cabello o los detalles de la ropa, llama la atención el cartellino donde puede leerse: «¡Ojalá pudiera el arte reproducir el carácter y el espíritu! En toda la tierra se encontraría un cuadro más hermoso». Se trata de un epigrama del poeta romano Marcial, originario de la ciudad de Bílbilis (Calatayud), en Hispania.
- Palacio Carlos V
La Alhambra de Granada, un complejo palaciego y defensivo hispanomusulmán, ha impresionado a quienes la visitaban desde hace ya muchos siglos. El rey Carlos V no fue una excepción, así que decidió que era el lugar ideal para insertar un impresionante palacio renacentista.
El aspecto del Palacio de Carlos V no puede contrastar más con su entorno: una colosal planta cuadrangular de 63 metros de lado y 17 de altura con un patio circular interior. Todo, por supuesto, al más puro estilo renacentista. En el exterior destacan los dos niveles de construcción, el primero de ellos compuesto de sillares notablemente almohadillados y una combinación de ventanas rectangulares y circulares. Una vez se accede al interior, te recibe un enorme patio circular porticado y rodeado de columnas dóricas en la planta inferior y jónicas en la superior.
En definitiva, una obra de arquitectura espléndida en un espacio inigualable que se convierte en una de las visitas imperativas al visitar Granada.
- Retrato de Felipe II
Uno de los retratos reales más reconocibles es el de Felipe II ataviado con su clásica vestimenta completamente negra. Descansando sobre su pecho, destaca el Toisón de Oro, orden vinculada a la dinastía Habsburgo.
Esta pintura, que durante siglos ha servido para poner rostro al monarca en cuyo imperio no se ponía el sol, fue atribuida erróneamente a Alonso Sánchez Coello. Por fortuna, los historiadores del arte terminaron por descubrir que, en realidad, correspondía a la artista italiana.
Sofonisba llegó a España en el año 1559 y pasó a ejercer como dama de compañía de la reina Isabel de Valois. Madrid no impidió que la artista siguiera pintando retratos que reflejaban la personalidad y carácter especial de los modelos, pese a que nunca ocupó un cargo relacionado con el arte.
El retrato de Felipe II fue realizado en 1573. Se trata de un cuadro pensado para emparejarse con otro similar de Ana de Austria, la cuarta esposa del monarca. Hoy, Sofonisba es una de las artistas más reconocidas de la colección permanente del Museo del Prado y una visita obligatoria en esta pinacoteca.
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